lunes, 28 de junio de 2010

6. Tomo su mano y le digo...


Abro la puerta de la calle y veo como ella se aleja en un taxi.

La pirata se escapó de mí, tan vertiginosamente como lo fue su llegada.

Con incertidumbre y agobio vuelvo a casa.

Él pide perdón y jura amor eterno.

Explica entre lágrimas una lista de pavadas recitando un malogrado arrepentimiento.

Respiro profundamente, tomo su mano y le digo:

-No llores, podemos seguir siendo amigos...
Mientras lo acompaño a la salida.


Guiada por una fuerza misteriosa comienzo a preparar una mochila.
Un nuevo viaje me espera…

¿Pero dónde?

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