lunes, 19 de julio de 2010

9. Significaba una sola cosa. Muerte.

Se enciende una tenue luz de emergencia, la canícula era insoportable. Los mismos hombres encapuchados se liberan de sus máscaras.
En ese instante el silencio fue sepulcral. Sabemos a ciencia cierta que ver las caras de los bandidos significaba una sola cosa. Muerte.


Para sorpresa personal, uno de ellos era una mujer de intensos ojos felinos y labios de fresa que con poca amabilidad nos invita a dejar todo en nuestros asientos y movernos hacia el final del vagón.

Uno de ellos el más alto con una camisa blanca desabrochada y con poca apariencia de malhechor, sonreía con picardía a todas las mujeres, mientras buscaba algo debajo de los asientos.

Mientras todo parecía moverse a cámara lente, Rebeca entablaba conversación con un chico.

-Hola linda, Soy Germán F ¿y vos?
-Rebeca- respondió como embobada. Omitiendo el RH.
Los miré sorprendida acaso ¿eran de otro planeta?


Se acerca uno de ellos con gestos bruscos y separa del grupo a Rebeca Rh y a Germán.

- Ellos nos servirán para escapar.

-¿Y nosotros? – Pregunta la mujer brasilera casi farfullando.

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