
- Ho-la, Yo – soy- Ma-ri- a- na-dije pausadamente.
- ¿Acaso eres tartamuda? - respondió con una pizca de desprecio.
- Pensé que no hablabas mi idioma.- me disculpé con carita de amiga.
- Seguro que el idioma barbitúrico no lo hablo.
- Bueno, te estas pasando, Viviane, solo quería ser amable.
- ¿Qué Viviane, señorita amable? ¿Qué le ponen a tu suero?- contestó riéndose.
Seguí comiendo mi sopa de calabazas insípida e inodora. (Color tenía: naranja podrido) Mirando hacia un lado y deseándole diarrea crónica a la petulante de la brasilera. Uno intenta ser gentil…
- ¡Ma-ri-a-na!- me llama Viviane (o como se llame) desde su cama.
- Ahora no tengo ganas de hablar y me llamo Mariana, ya esta bien de tus bromas.
- No te enojes, Soy Adriana y sí soy brasilera pero hablo español, hace mucho que vivo aquí.
- ¿Nos conocemos del tren, verdad?- se me escapó.
Comenzó a reírse a carcajadas.
- No, ¿de qué tren hablas? Desde que te despertaste que hablas de un tren ¿quieres contarme?
- Mmm, vas a pensar que estoy loca. –contesté feliz de que alguien quisiera escuchar mi historia.
- Ya lo pienso, no cambiaría nada… -seguía riéndose pero con más disimulo.
- Bueno, ¿estas preparada?
Y con risas (de las dos) comencé a contarle como ya la conocía, pero con otro nombre. Y comencé desde el momento que él dijo:
“-No llores, podemos seguir siendo amigos, y esa noche conocía a la pirata, luego a Rebeca Rh…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario