lunes, 25 de octubre de 2010

7. Mi mojito en la mesa

Después de huir del hospital, llegué sana y salva a mi departamento. La mayoría de las cosas estaban empaquetadas en cajas. Era evidente que una mudanza se aproximaba.
Lo único que quedaba por ordenar era mi armario, aun lo habían dejado intacto.

Cuando abrí la puerta espejada y miré hacia el zapatero de abajo lo recordé todo.

Ella, la pirata, me había susurrado, “en mis zapatos sabrás que hacer...”

Ese taco aguja que no me pertenecía. Los asilé de inmediato y se convirtieron en una especie de maracas. Algo llevaban por dentro.

Desenrosqué un taco y cayeron centenas de pastillas bicolores, luego retorcí el otro con más aprensión y cayeron más pastillas con forma de rombo y un papel a ordenador con un número de teléfono móvil.

Era ella, me esperaba.

Llamé a la pirata - ¿lo tienes? - preguntó

- Sí- respondí turbada.

- Te espero esta noche en el lugar donde nos conocimos lleva puesto los zapatos.- y concluyó la conversación.

Volví a meter cada pastillita en su sitio y comencé a prepararme.
Cada vez recordaba más cosas de ella y de mí.

Pero no entendía porque quiso matarme, no lo entendía

Por fin se hizo de noche
Me senté en una mesita en el fondo del local, iba de negro, no sé porqué pero ese color me daba seguridad. Además con semejante cargamento quería pasar desapercibida.

Mientras que la camarera apoya mi mohito en la mesa, se acerca un hombre y me saluda, sonrío falsamente y miro la hora para disimular.

En verdad no tenía prisa.

El atrevido se acerca cada vez más, hasta que se sienta frente a mí y dice:

- Hola cariño, quítate los zapatos.


No, era cualquier hombre, ni un desconocido, pude reconocerla.

Mi pirata estaba otra vez detrás de un disfraz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario