
Amanecí semidesnuda en mi cama.
Mientras que mis recuerdos trataban de ordenarse
y enviarme imágenes comprensibles,
tropiezo con un taco aguja que no me pertenece.
- ¡Buen día preciosa!- se oye una voz femenina desde mi cocina.
Din – Don (timbre)
Y era La Pirata, que también se paseaba semidesnuda.
Se apresura, coge el auricular muy osadamente
y sin consultar presiona el botón para abrir la puerta de entrada…
- ¿Quién era? Pregunto presa del pánico.
- Un tal, Amor necesito que hablemos - responde risueñamente.
¿Qué hago? Él ha vuelto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario